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Ese maldito ingenio azucarero.

Ya en el siglo pasado lo habían advertido muchos intelectuales barahoneros, que se oponían militantemente a su instalación en la provincia, que a largo plazo la industria azucarera solo nos iba a dejar miseria. Que sería la ruina de nuestro incipiente sector cafetalero. Y así fue.

- Antes de la llegada de ese maldito ingenio azucarero el campesino barahonero no pasaba hambre, no conocía la miseria, vivía humildemente de su sembradío.

- Ese maldito ingenio despojó abusivamente y con engaños al campesino barahonero y de Bahoruco de las mejores tierras de cultivo. El robo de tierras estuvo a la orden del día.

- Ese maldito ingenio azucarero deforestó extensas superficies de nuestras mejores tierras para sembrar cañas.

- Ese maldito ingenio se apropió de nuestros mejores acuíferos para irrigar sus cultivos de cañas.

- Ese maldito ingenio azucarero trajo a miles de haitianos y los metió a todos en villas de miserias como esclavos, en lugares llamados Bateyes. Antes de la llegada del ingenio esas villas infrahumanas no existían y era muy raro encontrar nacionales haitianos vagando por nuestras ciudades y campos.

- Esa maldita industria azucarera convirtió al campesino barahonero en un peón o proletariado rural y a sus hijos en simple obreros de su maldita fábrica. Por primera vez en su historia el campesinado barahonero vivía dentro del desamparo, la desnudez, el hambre, el desvalimiento y el éxodo hacia la ciudad.

- Con la llegada de esos malditos ingenios los invasores yanquis, crearon impuestos de exportación abusivos sobre los principales productos nacionales, como el café que sembraban nuestros hacendados en los campos de Paraíso y Polo, mientras que las exportaciones de azúcar de ese maldito ingenio estuvieron exentas de esos impuestos.

Con la llegada de ese maldito ingenios llegaron los comerciantes y especuladores dependientes del sector azucarero, nacieron nuevos burgueses barahoneros, creció los trabajadores de "cuello y corbata" y del proletariado urbano.

Pero con la crisis del sector azucarero y el fin de la bonanza de esa maldita industria, los dependientes capitalistas del sector azucarero, principalmente la burguesía comercial, cerraron o vendieron sus tiendas o negocios y se marcharon de Barahona para siempre junto con su familia.

Ahora vemos la realidad. No es de extrañar, por consiguiente, no hicimos ningún caso a las advertencias de los intelectuales del siglo pasado.

La Provincia de Barahona languidece progresivamente, sus habitantes emigran en forma alarmante y lamentable, carece de vitalidad productiva y cultural (ya no tiene un cine). Lo que queda de ese maldito ingenio es un cascarón, nuestros campos llenos de bateyes miserables, con una ciudad decrépita y corrupta.

Mientras tanto, solo nos consuela la esperanza de la industria turistica, una industria que en la provincia aún no termina por despegar.

Por: David Ramírez (David Barahonero).

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