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La población, gran problema




La población ha sido, en las últimas décadas, uno de los problemas que más preocupan a los gobiernos y a las sociedades por su complejidad, por la forma en que se distribuye, por las migraciones y por su crecimiento exponencial desde hace cincuenta años.

A fines de los años sesenta y hasta mediados de los setenta, el total de habitantes del planeta no sobrepasaba los dos mil millones, mientras que en la actualidad supera ocho mil millones.

Precisamente, por iniciativa del Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el 11 de julio de cada año se celebra el Día Mundial de la Población, cuyo objetivo es concienciar al mundo acerca de todos los problemas que en la actualidad afectan al conjunto de habitantes del mundo, sobre todo en cuestiones relacionadas con el crecimiento y desarrollo de los pueblos.

China, con una población de 1,412 millones, y la India, con 1,408 millones son los países con más habitantes respecto al resto del mundo, aunque se espera que dentro de poco India superará a China, mientras que la población de los países más pobres tendrá un importante crecimiento.

El gran problema de la población además del desarrollo y crecimiento económico, es el acceso a la alimentación, a la educación y a otros servicios básicos, pero sobre todo se trata de las posibilidades reales que tienen las mujeres de decidir cuántos hijos quieren tener y cuándo tenerlos, que es el derecho a espaciar los nacimientos.

Mientras en las poblaciones con menos recursos se multiplican los partos, sobre todo porque los métodos anticonceptivos son inasequibles para la mayoría de las mujeres, en los países con mayor educación se reducen considerablemente, incluso en China, donde el envejecimiento de la población es cada vez más preocupante. Países como Japón, Corea del Sur y Taiwán enfrentan el serio problema de la reducción de la tasa de fertilidad, una cuestión que se prevé se hará sentir incluso en República Dominicana en las próximas décadas, donde crecerá la población envejeciente.

Mientras la política demográfica de los países pobres esté orientada a que sean los sectores más vulnerables los que tengan más hijos, el problema no presentará visos de solución porque, aun así, el mundo continuará envejeciendo entre guerras, hambrunas y migraciones ilegales, un caldo de cultivo que no predice nada bueno para el futuro de la humanidad.

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