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Paula Santana, la mujer asesinada cuyos verdugos siguen en las calles




Santo Domingo,. Paula Santana tenía un sueño: ser azafata. Estudiaba en el Inter Aviaton Services (Lasca) y le faltaban pocos meses para acabar sus estudios. Mientras se preparaba para ser azafata, trabajaba en la empresa Integer Holdings Corp, lugar donde fue violada, asesinada y abandonada en una alcantarilla.

Paula trabajaba de noche, ingresaba a las 11:00 p.m. y terminaba su turno a las 6:00 de la mañana. Durante el día, dormía y estudiaba. En el trabajo todo iba bien, menos una cosa: había un compañero que presuntamente la acosaba. 

La hermana de la joven, Johanny Escalante, expresó que Paula había denunciado a Recursos Humanos el acoso. Sin embargo, las autoridades de la empresa no le dieron importancia.

Han pasado más de 6 meses del asesinato de la joven y la justicia dominicana no es capaz de poner luz en la oscuridad de los hechos de aquella noche. El caso se ha archivado, la familia de la víctima ya no tiene fuerzas para hablar y unos asesinos están libres, caminando por las calles.

El asesinato

El 21 de febrero, como todos los días, Paula fue al trabajo. A las 11:00 p.m. llegó a su puesto de trabajo. Parecía una noche normal: con la misma gente, el mismo lugar, el mismo clima. Todo estaba dispuesto como el día anterior. Sin embargo, algo iba a ocurrir y nadie iba a ser testigo de ello: ni personas, ni cámaras. Delincuentes impunes.

Sobre la 1:30 de la madrugada, iniciando el 21 de febrero, Paula salió de la oficina para ir al baño. Esa fue la última vez que la vieron con vida.

Fue encontrada muerta ese mismo día en una alcantarilla de la empresa, dentro de la zona franca de Las Américas, en Santo Domingo Este. 

El cuerpo tenía señales de violencia. Según el informe de la Policía Nacional, fue violada y estrangulada por unos individuos que, a día de hoy, más de 6 meses después, siguen libres debido a una investigación policial pobre que no esclarece nada.

Los acusados

En esta historia la falta de pruebas lo complica todo. Cuando se supo de su muerte, hubo un primer sospechoso.

Se trataba de Santos Manuel de Jesús Rosso, el joven de 23 años que Paula, cuando aún vivía, denunció a Recursos Humanos por presunto acoso.

Sin embargo, la Policía lo desvinculó del caso porque no se encontraron pruebas en su contra. Una persona es inocente hasta que se demuestra lo contrario. Si no hay pruebas, no hay caso. 

Por esto eran tan importantes las cámaras de seguridad de la empresa Integer Holdings Corp.

El abogado de los familiares de la asesinada explicó que en las grabaciones "se ven dos personas arreglando un cuerpo, pero no se distinguen. 

Inacif limpió el sistema, pero no logró que las personas se vean claramente para poderlas identificar".

El primer error de dicha empresa fue pasar por alto una denuncia de acoso de una empleada. 

El segundo, tener un sistema de seguridad que no protege a los trabajadores. Paula fue víctima de dos verdugos. Curiosamente, dos personas no estaban en sus puestos aquella noche.

Los dos sospechosos que estuvieron meses cumpliendo preventiva.

Aquella noche, Paula salió sobre la 1:30 a.m. para ir al baño, fue la última vez que la vieron con vida, y había dos empleados de Integer Holdings Corp que no estaban en sus puestos.

Tanto Joaquín Alexander Hidalgo, quien desempeña como seguridad en esa planta, como el joven Álex Elvin Cruz, quien encontró el cuerpo sin vida de Paula en la alcantarilla, fueron identificados como las personas que en horas de la madrugada del 21 de febrero no estaban en sus puestos de trabajo", indicaba el documento de solicitud de medida de coerción.

Ellos dos fueron los principales sospechosos del asesinato. Primero, porque no estaban en sus puestos de trabajo en el momento del crimen. 

Segundo, porque en las grabaciones se apreciaban dos personas. Dos coincidencias extrañas.

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