Por Adam C.
Levine.-
Profesor adjunto
de Medicina de urgencia, Brown Medical School. Actualmente trabaja en Ruanda.
Una vez más,
África está en el ojo del huracán. Y, como suele pasar, las noticias no son
buenas.
Los medios de
comunicación parecen alternar largos periodos de ignorancia absoluta hacia el
continente con breves estallidos salpicados de locura, normalmente debidos al
temor de que un brote de epidemia o terrorismo se extienda hacia nuestras
costas. El reciente brote de ébola en el África occidental, que ha infectado a
casi 2.000 personas en los últimos seis meses, no es ninguna excepción.
Está claro que
debemos preocuparnos por el brote de ébola, pero no por los motivos que se han
propagado en las noticias o en los blogs. Deberíamos preocuparnos por el ébola,
pero no por la amenaza que puede suponer para Occidente, sino por lo que dice
sobre el estado actual del sistema sanitario en África y sobre muchos otros
recursos limitados en todo el mundo.
Tristemente, los
medios se han fusionado en torno a los siguientes cinco mitos, mientras que se
ignora el contexto más amplio de la sanidad pública y las increíbles
desigualdades que existen en la
Tierra.
Mito 1: el ébola
es una enfermedad mortal en todo el mundo.
El ébola puede
ser mortal, pero no a nivel mundial. De hecho, la tasa de mortalidad del ébola
y de su primo hermano, el virus de Marburg, varía dependiendo de las
circunstancias. El primer brote registrado de estas enfermedades, que tuvo
lugar en Alemania y Yugoslavia en 1967, presentó una tasa de mortalidad del
23%; bastante alta, pero muy lejos del índice de letalidad de entre el 53% y el
88% que han mostrado los brotes producidos en el África subsahariana 40 años
después (1). Este primer brote ocurrió cuando nadie sabía nada sobre la
enfermedad y cuando las unidades de urgencias y cuidados intensivos todavía no
estaban extendidas por Europa.
El riesgo actual
de muerte en los individuos infectados por el ébola o el virus de Marburg en
Occidente queda muy lejos de los porcentajes observados en cualquiera de los
anteriores brotes. Los dos últimos estadounidenses infectados en Liberia, por
ejemplo, están mejorando, y no por el suero mágico que recibieron, sino por la
supervisión y el cuidado proporcionados por los trabajadores humanitarios y por
la rápida evacuación a hospitales modernos con instalaciones de cuidados
intensivos.
He cuidado a
pacientes y he formado a médicos en decenas de hospitales urbanos y rurales en
toda el África subsahariana en la última década. La tasa de mortalidad para
casi todas las enfermedades que he controlado, desde la neumonía hasta los
ataques de corazón pasando por el cáncer y los accidentes de tráfico, es más
alta en el África subsahariana que en cualquier hospital occidental.
En cuanto a la
posibilidad de morir de cualquier enfermedad en este mundo, el ébola incluido,
la geografía tiene mucho que ver.
Mito 2: no
existe tratamiento para el ébola.
Lo cierto es que
existen varios tratamientos efectivos para el ébola que pueden ayudar a las
personas que pasan por las peores fases de la enfermedad e incrementar sus
posibilidades de supervivencia. Entre estos tratamientos se incluye la
reanimación mediante fluidos intravenosos, glóbulos rojos, plaquetas,
sustancias coagulantes para evitar las hemorragias, antibióticos para tratar
las infecciones bacterianas más comunes, oxígeno, etc. Además, un equipamiento
de diagnóstico moderno puede ayudar a médicos y enfermeros a seguir las
constantes vitales para controlar a los pacientes en caso de complicación.
Lo increíble de
los tratamientos ya probados (a diferencia de los experimentales de los que
habla la prensa) es que se pueden utilizar, además de para el ébola, para
combatir otras enfermedades en toda África. En los últimos seis meses en los
que el brote de ébola se ha llevado la vida de casi mil niños y adultos, sólo
en el África subsahariana han muerto aproximadamente 298.000 niños de neumonía,
193.000 de diarrea, 288.000 personas de malaria y 428.000 por lesiones, por
ejemplo en accidentes de tráfico.
Un mejor acceso
a los servicios de urgencias y de cuidados intensivos ayudaría a salvar a los
pacientes de ébola y también a los afectados por los problemas anteriormente
citados, que son mucho más letales.
Mito 3: el ébola
es la enfermedad más contagiosa y se extenderá rápidamente por Occidente.
El ébola no es
la enfermedad más contagiosa que se conoce. No se transmite por el aire ni por
aerosoles. Esto la hace menos contagiosa que otros portadores de enfermedades,
como el sarampión, la varicela, la tuberculosis o incluso la gripe. El ébola se
contagia sólo por contacto físico, especialmente por los fluidos corporales.
Por tanto, a no ser que alguien te vomite en el metro, defeque o te manche de
sangre, no te va a transmitir el ébola.
En términos
médicos, lo único que se requiere para prevenir el contagio de ébola de
paciente a trabajador sanitario es el uso de precauciones de contacto, que
incluyen vestimenta adecuada, guantes y lavado de manos frecuente después de
cada contacto con el paciente. Estas precauciones son las que siempre se llevan
a cabo en los hospitales occidentales en caso de enfermedades contagiosas.
No obstante,
piensa en lo que ocurre en África Occidental, donde se ha extendido el ébola
rápidamente debido a la falta de medidas básicas sanitarias en hospitales
públicos y clínicas con equipamiento precario. Muchos centros carecen de
productos tan necesarios y básicos como guantes y batas, y en muchos otros
escasea el agua o el alcohol, imprescindibles para la higiene. A diferencia de
lo que pasa en Occidente, los hospitales en África tienen salas abiertas con
docenas de camas amontonadas. En muchos casos, además, he visto a varios
pacientes compartiendo una misma cama. Visto así, es fácil comprender cómo el
ébola se puede extender con tanta rapidez.
La mejor forma
para ayudar a África a contener este brote de epidemia es mediante la inversión
y el despliegue de medidas básicas para el control de enfermedades infecciosas,
como batas, guantes, agua y métodos de esterilización, junto con personal
sanitario y de formación.
Mito 4: hay que
empezar a administrar medicamentos experimentales contra el ébola al máximo
número de africanos posible.
Cualquier ser
humano que reciba tratamiento experimental es, por definición, un experimento.
Ahora bien, experimentar en humanos no tiene por qué ser algo malo. Sin
embargo, todas las personas que participan en estudios de investigación médica
tienen derecho a recibir la misma protección internacional, y la gente en
países pobres necesita además una protección especial.
Por ejemplo,
mientras que los estudios en Estados Unidos requieren la aprobación de un solo
comité ético, la mayoría de estudios llevados a cabo en países de renta baja
necesitan la aprobación de dos comités éticos diferentes: uno internacional y
uno local. Asimismo, los formularios de consentimiento, que explican los
riesgos y beneficios de los participantes en ese estudio en particular, deben
traducirse a todos los dialectos locales, y se deben tener en cuenta los casos
específicos de los pacientes que no sepan leer los formularios o firmar. Al
final, todos los participantes del estudio deben recibir los mejores
tratamientos testados para su enfermedad. Así se garantiza que todos los
pacientes se beneficien de la investigación, aunque los medicamentos
experimentales resultaran ineficaces (o peligrosos).
Tristemente,
conocemos los virus de Marburg y ébola desde hace casi 50 años, y se han
llevado a cabo muy pocas investigaciones para el tratamiento efectivo o las
vacunas, al igual que con otras muchas enfermedades tropicales olvidadas. Esto
no se debe a la falta de interés por parte de médicos y científicos, sino más
bien a la falta de dinero. Las compañías farmacéuticas no suelen estar
dispuestas a invertir en investigaciones para prevenir o tratar enfermedades
que sólo afectan a gente pobre, ya que obtendrían pocos (o ningún) beneficios.
Por poner un
ejemplo, en Estados Unidos se puede rectificar este problema pidiendo que el
presidente Obama y el Congreso presionen al Instituto Nacional de Salud para
que dedique una mayor parte de sus fondos a la investigación de enfermedades
que afectan a los habitantes más pobres del mundo.
Mito 5: no se
puede hacer nada para ayudar a África… Es demasiado pobre.
La verdadera
tragedia del brote de ébola es que la mayoría de africanos no tiene acceso a
los medicamentos, instalaciones y profesionales de los que disponemos en
Occidente desde hace décadas, y que podrían haber evitado el descontrol de la
epidemia. Además, se podrían haber empleado las mismas medidas para reducir la
mortalidad causada por otras enfermedades que en la actualidad están matando
cada día a mil veces más personas que el ébola.
Estos
tratamientos salvavidas no están fuera del alcance del continente. En este
momento, a través de una colaboración entre la Agencia de los Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el Fondo Mundial, el
Ministerio de Sanidad de Ruanda, y un consorcio de universidades
estadounidenses, estamos formando a un grupo de médicos y enfermeros de
urgencias y de cuidados intensivos en Ruanda, uno de los países más pobres de
África. Al mismo tiempo, estamos aumentando con rapidez las infraestructuras
médicas y el suministro de medicinas y equipamiento en Ruanda, para que los
nuevos especialistas africanos tengan las herramientas necesarias para el
cuidado de los pacientes más enfermos del continente. Antes incluso del
reciente brote de ébola en la zona, ya se estaba considerando un proyecto
similar en Liberia, aunque todavía estamos esperando la aprobación del Gobierno
estadounidense.
Nuestra
experiencia en Ruanda demuestra que con la suficiente voluntad política y el
apoyo financiero y técnico exterior, los países africanos pueden lograr mejoras
a gran escala en su capacidad para prevenir las enfermedades y controlar las
situaciones de mayor urgencia. Puede que no ocurra de la noche a la mañana,
pero sí con el tiempo suficiente como para frenar la próxima gran epidemia
incluso antes de que comience.
(1) Beer B, Kurth R, Bukreyev A. “Characteristics
of Filoviridae: Marburg and Ebola Viruses.” Naturwissenschaften
1999; 86, 8-17.
Traducción de
Marina Velasco Serrano
(Tomado de The Huffington Post)
Cinco mitos sobre el ébola
Reviewed by Leo Corniel
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