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Anthony Ríos revela que tiene 26 hijos y que es “un anti-aborto furioso”

Santo Domingo.- El amor siempre ha sido una constante en la vida de la leyenda de la música dominicana Anthony Ríos. “El amor es la verdadera ave Fénix... Yo tengo un amor que es capaz de reinventarse día a día”, afirma.

Pero no todo ha sido color de rosa para este gran cantautor, de hecho, lamentó mucho que en el correr por la vida haya perdido la oportunidad de estar o quedarse con una de las mujeres maravillosas con quien tuvo la suerte de compartir.

“Hoy, y ya un poco tarde porque estoy en el otoño de mi vida, me doy cuenta de que quien es feliz no es el que tiene muchas mujeres y mucha carne. Hubiese sido más feliz si hubiese tenido una sola”, expresó el intérprete de “Si usted supiera señora”, canción que le escribió a una compañera de trabajo. “Para esa época tenía unos 40 y tantos años y los fingía como si fueran sus 18. Pero yo tenía temor de abordarla porque su comportamiento era circunspecto, y nunca me atreví a lo que yo creí que
era faltarle al respeto”, confesó.

Como esta, muchas de sus canciones reflejan vivencias y capítulos de sus relaciones más intensas. Pero no todo lo que escribe, precisó, es el resultado de vivencias propias, como “Señora tristeza”, que se asoció a su relación con Yolandita Monge y es uno de los temas más populares de su gran repertorio.

“El paréntesis que abrimos fue necesario, porque Yolanda quería que nos casáramos y llevarme a vivir a Puerto Rico. Yo no quería casarme y quería quedarme a vivir aquí... entonces sucedió que la vida siguió su curso”, expresó en la Biblioteca Juan Bosch, durante el encuentro “Música entre libros”, donde compartió momentos inolvidables de su historia personal y artística.

A sus 65 años recién cumplidos (17 de julio de 1950, Las Cañitas, Sabana de la Mar, República Dominicana), Anthony aún no se cierra al amor. Afirma que estaría dispuesto a casarse, pero primero “debo preparar una parte de mi ser que es ‘libertario’, no ‘libertino’, para acostumbrarme. Tú sabes por qué, porque el matrimonio es una unión de dos, donde ninguno de los dos tiene más estatura que el otro”.

Con esa filosofía de concebir la unión entre un hombre y una mujer procreó 26 hijos. “Soy un anti-aborto rabioso, y la única vez que caí en ese gancho tuve una experiencia muy amarga”, confesó. Trece de las 18 hijas ya son profesionales. “Los varones nunca quisieron estudiar. Siendo muy yo, los dejé que eligieran y ninguno quiso ir a la universidad”, manifestó.

De esta gran familia, solo una quiere seguir los caminos musicales de su padre. “Tengo una hija que canta hermoso”.

No se siente realizado
Contrario a lo que muchos creen, este eterno romántico no se siente realizado y dice que le encantaría trabajar por la niñez, por la salud y por la educación. Al confesar que de todas sus facetas prefiere la de autor, Anthony Ríos dejó claro que sus composiciones son la expresión de emociones y situaciones que ha vivido o le han contado. Muchas son también el resultado de la necesidad de decir algo que siente.

Reconoció que de todas las facetas en que ha descollado, la que más disfruta es la de compositor. A veces, dijo, “una coma, un punto, te saca lo quieres sentir”.

En el conversatorio afloraron muchos perfiles del artista, y entre ellos el de su apego al suelo dominicano fue uno de los que lograron los aplausos más extendidos. Eso explica por qué en momentos cumbres de su carrera no dejó la República Dominicana y prefirió buscar el estrellato internacional desde otros lares.

“No podía permanecer más de 15 días fuera del país”, indicó, al tiempo de manifestar que, paradójicamente, 11 de los 12 discos que grabó fueron producidos fuera del país.
Cuando la mayoría de los artistas de su generación salieron a buscar el éxito en el exterior, recordó, él optó por quedarse. “Prefería ser cabeza de ratón”, parafraseó.

También se refirió a las redes sociales, uno de los escenarios actuales de promoción y difusión de los artistas populares. Se confesó totalmente “analfabeto”, respecto al tema, aunque precisó que no está en contra. “Estoy a favor de las redes, pero no voy a incursionar en eso”, dijo.

Lamentó que “el exceso de comunicación que vive el mundo, en vez de unirnos nos ha separado”. También objetó la distorsión del idioma que se deriva del uso de los dispositivos digitales con palabras achicadas o abreviadas sin rigor gramatical.

Buen equipo de moderadores
Para homenajear a Anthony Ríos, la joven cantante Vicky María puso otra nota artística al encuentro. Con su estilo fresco, interpretó “Si entendieras” y “Fatalidad”, acompañada del pianista Alfonso Martínez. Aida Montero, directora de la Biblioteca Juan Bosch, dio la bienvenida y celebró la presencia de Anthony Ríos en el Café Filo.

Ponderó su aporte creativo a través de los años.
Máximo Jiménez, coordinador de “Música entre Libros” condujo el intercambio con el público, y las preguntas que dieron lugar a los testimonios del cantautor. Kelvin Mejía, director de Radio Funglode, y Marco Herrera, director ejecutivo de Funglode, fueron también anfitriones de la actividad que forma parte del programa “Biblioteca Viva”, de la Biblioteca Juan Bosch. l

Momentos con  El Combo Show
Durante el encuentro, recordó su relación profesional con Johnny Ventura, la cual relató desde la acera del afecto y la admiración. Recordó su rol de “bonito” en El Combo Show que hacía alarde de ser el conjunto artístico de los “feos”. Johnny, recordó, lejos de tener celos por su acogida, le dio las oportunidades a partir de la aceptación que percibía en determinado público.

Ventura se dio cuenta de que con sus baladas, Ríos llegaba a otro público juvenil, y creó los espacios para que exhibiera su talento. Valoró la grandeza que siempre ha acompañado al merenguero.

También tuvo palabras de elogio y expresión de cariño entrañable para Luisito Martí. Recordó su capacidad inmensa de trabajo. “Cuando él se fue, una parte mía se fue con él”, dijo con voz entrecortada. Palabras especiales también acompañaron sus opiniones respecto a Fausto Rey, una de las voces más importantes de la música popular.

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