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El rompecabezas de la innovación en RD




La República Dominicana se enfrenta a una intrigante paradoja en su búsqueda por la innovación. A pesar de realizar importantes inversiones en infraestructura durante los últimos cuatro años, el país ha experimentado un descenso significativo en el Índice Global de Innovación (GII), cayendo del puesto 90 en 2020 al 97 en 2024. Este es el nivel más bajo del índice desde el año 2012.

Esta situación plantea una pregunta crucial: ¿por qué una economía de ingresos medios-altos, considerada una potencia en el Caribe, está retrocediendo en lugar de avanzar en materia de innovación?

El problema radica en un enfoque desequilibrado. Mientras el país ha invertido considerablemente en infraestructura física, según los resultados del índice de este año, ha descuidado un componente fundamental: el capital humano. Se ha construido un grupo de políticas con un modelo restrictivo al acceso de oportunidades, la gobernanza de la innovación implicaba un control directo que provocaba una repetición de los mismos actores en todos los espacios.

En vez de catalizar un valor compartido, se procuró un modelo de exclusividad. Los datos del índice respaldan esta premisa. La República Dominicana muestra bajos puntajes en áreas críticas como publicaciones científicas, patentes registradas y gasto en software. Además, el país enfrenta una significativa fuga de cerebros, con una tasa del 6.8% según el Banco Mundial, superando el promedio regional de 5.8%.

La tendencia de consumo del país para este año está proyectada a US$10 millones de dólares en el rubro de la inteligencia artificial.

Esta cifra resulta ínfima si consideramos que el sector tecnológico (incluyendo telecomunicaciones) alcanzará un 10% del PIB nacional para el 2024. Esta limitada adopción refleja cómo la gobernanza busca centralizar las acciones y los presupuestos.

Tras cuatro años de declive, las premisas de innovación a nivel nacional deben revisarse. La certeza de los actores participantes debe maridarse con la duda de la efectividad de las decisiones y contrastarlas con los resultados progresivos del índice de innovación (GII) desde el 2021 al 2024.

Se propone un cambio radical en el enfoque basado en un “diseño sistémico para el desarrollo sostenible”. Esta estrategia implica fundamentalmente democratizar el acceso a las oportunidades y equilibrar las inversiones sustanciales en educación, investigación y emprendimiento.

El objetivo es potenciar las oportunidades para un ecosistema que no solo atraiga talento, sino que también lo retenga y lo desarrolle. Las experiencias de emprendimiento apoyadas por la política pública y los gremios empresariales tienen el mismo diseño: el reciclaje de los mismos actores. Para replicar el éxito del sector de bienes creativos en otros sectores, se necesita una estrategia integral que aborde múltiples aspectos del ecosistema de innovación. En primer lugar, es fundamental mejorar el reconocimiento de las habilidades, considerando que actualmente la ruta de conocimiento es larga y no garantiza una empleabilidad inmediata.

La simplificación de la burocracia para emprendedores emerge como otro punto crítico, pues para la gran mayoría de los dominicanos la informalidad es una opción latente frente a las trabas y el costo de la formalización. Paralelamente, urge democratizar el acceso a capital, ya que los fondos son capturados por actores que consumen más del 60% de los mismos en la administración de los recursos, limitando la accionabilidad a ecosistemas cerrados.

El fortalecimiento de la recopilación y análisis de datos representa otro desafío significativo. El Estado Dominicano mantiene un sistema incipiente de datos abiertos, lo cual limita la innovación y la mejora a través de soluciones ciudadanas de alto impacto.

Finalmente, resulta imperativo crear oportunidades significativas para el talento local. Cuando los actores participantes consumen los recursos y limitan el acceso a las oportunidades, están generando de forma inversa un incremento en la fuga de cerebros, posicionando al país como primero en el dilema del continente.

Las variables de innovación en el país están fragmentadas, situación que nos enseña que la verdadera innovación requiere más que infraestructura física; necesita un ecosistema abierto completo que nutra y empodere el talento humano. Solo a través de este enfoque holístico, una actualización de las premisas, la renovación de los tomadores de decisión, el país podrá transformar las inversiones en verdadero progreso innovador.

La innovación es para todos.

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