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Nearshoring y Plan Marshall















Hace unos meses en la ocasión de haber recibido la orden de Duarte, Sánchez y Mella pronuncié un discurso frente al Presidente de la República y el Canciller.En este indique a grandes rasgos la necesidad de formular políticas para atraer a nuestro país a las llamadas empresas de “Nearshoring”. Ese proceso es el resultado de varios factores entre ellos el deterioro de las relaciones de EUA y China, lo que ha dado lugar a que numerosas empresas de alta tecnología estén

relocalizando sus redes productivas.En aquellos momentos de pronunciar el discurso y debido a limitación de tiempo no trate el tema en toda su extensión y profundidad. Desde hace años he estado postulando que Estados Unidos haga un plan Marshall para Latinoamérica. En aquel entonces ese plan fue una política idónea para reconstruir a Europa.

En este caso hemos utilizado dicho nombre como forma de transmitir algo que fue exitoso en Europa para su reconstrucción y con ello inspirar el resurgimiento de un gran bloque en las Américas.

Pocas semanas después de mi discurso frente al Presidente de la Republica, Donald Trump ganó la presidencia de su país y anunció la designación de Marco Rubio como su Secretario de Estado. Es dentro de esa designación que se han generado esperanzas de que la política exterior de Trump priorice a nuestra región. Es por eso y dentro del nuevo escenario de desglobalización que he querido replantear lo que pudiera ser una oportunidad tanto para Latinoamérica como para Estados Unidos.

Latinoamérica no fue en la primera administración de Trump prioridad de su política exterior pero en la segunda podría serlo. Resulta que actualmente en los más importantes círculos del pensamiento norteamericano se ha determinado que EE.UU debe formular para esta zona una política externa más moderna y desarrollista. Agregan que esta debería estar basada en algunos de los principios de la vieja doctrina de Monroe, pero con un enfoque desarrollista, que le permita a Estados Unidos mantener tanto su influencia económica como militar en la región.

En el pasado algunos diplomáticos latinoamericanos, entre ellos quien esto escribe, hemos propuesto un Plan Marshall orientado al desarrollo de Latinoamérica tal y como hizo EE. UU. con Europa después de la segunda guerra mundial. Una idea parecida pero con otro enfoque fue propuesta hace unos meses por la General Laura Richardson jefa del Comando Sur de Estados Unidos. Su planteamiento es una fórmula para contrarrestar la influencia militar y económica de China y Rusia en la región. Es dentro de ese contexto que estoy replanteando mi sugerencia original que era hacer un ambicioso plan tipo Marshall que cubría a toda la región, por uno que en su inicio tenga una menor cobertura territorial y que sea realizado en fases y tiempos diferentes.

Esto se haría comenzando con un pequeño grupo de países que ya tienen tratados de libre comercio con EUA, lo cual haría más fácil su implementación. Hay una realidad y es que las llamadas empresas de nearshoring se han estado desplazando de China hacia otros países del área. México es un ejemplo pues al día de hoy es el país que mayor número de empresas ha podido atraer. Ese hecho que está ocurriendo con México, si lo visualizamos para la región y la agregamos a un programa de desarrollo con similitudes al plan Marshall, estaríamos uniendo dos herramientas que un darían inicio a un ambicioso plan para el desarrollo económico y social de nuestra América. Al unir las empresas de Nearshoring con el desarrollo de la infraestructura física e institucional vía el plan Marshall estaríamos sentando todas las bases para un renacimiento del continente. Este ambicioso plan estaría bajo el liderazgo del presidente Trump y su Secretario de Estado Marco Rubio.

En su inicio podría ser con una pequeña selección de países. En esta primera etapa se incluiría a República Dominicana, Costa Rica, El Salvador, Panamá y Guatemala. Esa selección haría más fácil y menos costosa la ejecución de dicho plan ya que esos países tienen un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. En una segunda parte del programa se incorporarán otros países del hemisferio como Uruguay, Paraguay, Argentina, Ecuador y Guyana.

La República Dominicana es un país importante económicamente y geo-estratégicamente localizado en la cuenca del caribe. Debemos pues en una iniciativa como esta crear el escenario adecuado y asumir un rol proactivo. Esto lo haríamos formulando políticas públicas a lo interno y externo que nos permitan atraer una gran parte de las llamadas empresas “nearshoring”.

Debo advertir que los dominicanos estamos en el mejor momento para esto. El país tiene un régimen democrático, buen ritmo de crecimiento y finanzas estables. Eso unido a hechos externos reales de carácter político que ocurrieron en el pasado reciente sirven de apoyo a este planteamiento. Me refiero a que cuando los republicanos han estado en el poder en EE.UU, estos nos han dado más apoyo que los gobernantes demócratas. Eso puedo decirlo basado en mi propia experiencia. Un ejemplo de ello es que en 1985-86, estando en la presidencia de EUA el republicano Ronald Reagan y siendo yo Gobernador del Banco Central logramos que nos diera su apoyo para:

1- Negociar con el F.M.I un acuerdo que pudiéramos cumplir.

2- Renegociar la deuda externa con los bancos comerciales externos y la deuda con los Estados Unidos. Ambas negociaciones se hicieron en términos favorables a nosotros.

3- EUA nos apoyó también para que los países europeos acreedores dentro del Club de París aceptaran nuestros términos para la renegociación que habíamos propuesto.

4- Estados Unidos nos donó 100 millones de dólares para sostener la tasa de cambio en los niveles que habíamos establecido con el FMI. Esas cuatro modalidades de ayuda permitieron que el país cumpliera sus obligaciones financieras a nivel externo en la llamada “década perdida” que fue un difícil periodo para la América Latina. Fue asi como pudimos enfrentar esa crisis y hacer las reformas que han sido la base de la economía que hoy tenemos.

Igualmente ocurrió en el periodo 2002-2004 bajo la administración republicana de G.W. Bush y siendo quien esto escribe el embajador en esa nación, el haber logrado que EE.UU. aceptara hacer un tratado comercial con el país y que se conoce hoy en día como RD- CAFTA. Nuestro gran reto en los procesos de esta naturaleza es vencer la falta de visión y liderazgo externo nuestro para penetrar la mente de los norteamericanos con una iniciativa como la de un plan Marshall y lograrlo sabiendo moverse en los círculos de poder de la administración Trump.

No obstante, el planteamiento está hecho y es cuestión de cogerlo o dejarlo.

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