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Cada enero es lo mismo




Mañana vencerá el plazo para pagar el Impuesto de Circulación Vehicular (“el marbete”) y, al miércoles 28 –según reportaje de Listín Diario– faltaban 368,562 vehículos por cumplir con el trámite, equivalentes al 19.47% del parque vehicular. Si bien es cierto que a partir del 31 enero la renovación podrá hacerse sujeto al pago de una penalidad extra, más allá del componente recaudatorio del marbete, el incumplimiento por parte de la ciudadanía es un aspecto que llama a preocupación y a pensar en qué hacer para disminuir la cifra.

Año tras año la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) desarrolla campañas informativas con antelación, aumentan las facilidades y amplían la cantidad de puntos del pago del impuesto y adquisición del marbete, y, sin embargo, vemos como se repite la misma escena y los mismos argumentos; donde el dominicano, tan “propinco” a gastar lo que sea en lo que sea, se vuelve creativo al momento de justificar su negativa a cumplir con su obligación en el plazo acordado.

Si la DGII ha hecho su parte a lo largo de muchos años, ¿por qué entonces el homo dominicanensis no se siente constreñido y obligado de hacer la diligencia administrativa a tiempo? Por ser un impuesto por el derecho de circulación de vehículos de motor en las vías públicas, en sentido contrario habría que concluir que quien no lo pague no está supuesto a desplazarse sobre las vías. ¿Es así?

Que casi el 20% de la población meta no haya pagado el impuesto indica claramente la valoración ciudadana sobre el régimen de consecuencias en torno al marbete. Sin ir más lejos, el año pasado fue notoria la relajación por parte de los agentes de la DIGESETT al momento de exigir la presencia del mismo. Quizás las elecciones de febrero y mayo justificaban la inoperancia institucional… pero es de rigor decir que especulamos, pues no había una directriz escrita en torno al tema.

Más allá del enfoque recaudatorio, y de que, por su criterio de base imponible (año de fabricación) constituye un impuesto regresivo y desigual que equipara a todos los propietarios de vehículos de una añada particular –sin discriminar en cuanto a vehículos súper lujosos o utilitarios–, las autoridades de fiscalización vehicular deben arreciar con operativos y multas que hagan entender a quienes están en falta, que pagar el impuesto es una obligación que debe de ser cumplida a tiempo; de lo contrario, el régimen de consecuencias debería lograr que fuese económicamente desventajoso incumplir frente a cumplir.

Ni prórrogas ni concesiones de ningún tipo, que facilidades se han dado todas desde la DGII. Lo que toca es que el peso de la ley caiga sobre quienes apuestan a vivir como chivos sin ley… amparados quizás en la triste realidad de que pueden hacerlo, y no habrá consecuencias. Que la DIGESETT haga valer la ley, sin contemplaciones ni chances… que por algún lado hay que empezar.

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