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“La delincuencia nos está arropando”, en la autopista Las Américas




Las rejas como señal de protección es lo que se ve en las casas, colmados y pequeños ventorrillos en Aguas Locas, ubicado en el kilómetro 15 ½ de la Marginal de la Autopista Las Américas.

“Prefiero sentirme en una cárcel que estar viviendo una zozobra de vida con estos ladrones que no me dejan en paz”, decía con impotencia un colmadero mientras un residente de la zona le pedía dos paquetes de galletas y un sobre de mantequilla.

El temor de estar en las calles era alertador para los habitantes que caminaban con temor al no saber si la persona que estaba a su lado quería ayudarlo o solo quería quitarles sus pertenencias.

“La delincuencia nos está arropando”, decían algunos. “Ya las mujeres no pueden salir a la calle porque les quitan los celulares”, señalaban otros.

Según afirmaron algunos vecinos, pocas veces son vistas patrullas de la Policía Nacional hacer recorridos dentro y alrededor del sector.

Darío Rosado, que tuvo que gastar recursos económicos para colocar barras protectoras a su colmado, explicó que los uniformados que amanecen del día anterior pasan en la mañana del día siguiente y luego los que relevan a estos pasan “un ratito” en la tarde “y ya luego no se vuelven a ver”.

Nelio Féliz, un miembro del Comité Dominicano de los Derechos Humanos (CDDH), indicó que, a pesar de formular denuncias al destacamento del barrio de La Policía, lugar donde les toca ir, el capitán Sánchez “no les presta atención”, y que tampoco lo hace el alcalde de turno, Dio Astacio.

Dio Astacio tomó posesión como alcalde de Santo Domingo Este la mañana del miércoles 24 de abril del 2024. Entonces, el titular del gobierno municipal oriental manifestó su confianza de que esa zona se levantaría para convertirse en “la ciudad más limpia, segura, ordenada y próspera de la República Dominicana, haciendo de ella una marca ciudad”.

Sin embargo, esas palabras de Dio parecen no tener sentido para los moradores de Aguas Locas, subrayando que anhelan poder tener seguridad, agua potable, energía eléctrica y que sus calles sean construidas.

El problema haitiano

La alarma suena a las 8:00 de la noche para que los moradores estén dentro de sus hogares, ya que los extranjeros de nacionalidad haitiana empiezan a pelear entre ellos y con las personas que no les dan lo que les piden, y las bandas de la zona empiezan hacer de “las suyas”.

A las afueras de la escuela de la comunidad venden 4 mujeres de nacionalidad haitiana. Las cuales se ponen con sombrillas para protegerse del sol mientras esperan para vender palomitas de maíz y demás chucherías a los estudiantes, que según explicó una de ellas son las “únicas” que venden ahí.

Una señora que vestía un pantalón negro, poloché gris y unas sandalias marrones y que no quiso que su nombre sea revelado, señaló que, “el otro día estaban peleando porque uno de ellos mismo no le prestó un cubo para coger agua.

“Son salvajes”, decía Pedro Cuevas, detrás de las barras de metal colocadas en su casa, mientras tomaba un refresco sentado en su mecedora con los pies arriba de la otra y se acomodaba sus lentes.

La zona que, según Bernabé Montero, presidente de la Junta de Vecinos, está llena de nacionales haitianos, los cuales se los llevan presos, pero estos les dan dinero a los agentes policiales que los apresan para quedar en libertad.

“Recogen 10 haitianos y lo sacan en RD$8,000 y RD$10,000 ese es el trabajo de ellos”, detalló el director del Comité de los Derechos Humanos.

En una reunión en octubre del año pasado con el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional encabezada por el presidente de la República, Luis Abinader, se propuso repatriar alrededor de 10 mil nacionales haitianos para contrarrestar la inmigración, como parte de un plan de proteger la soberanía nacional.

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