Noticias de última hora

“La esperanza es la que nos salva”




Como cada año, este 11 de febrero próximo celebraremos EL DÍA MUNDIAL DEL ENFERMO. Fecha en la que el Papa se une a dicha Campaña con un mensaje de aliento y solidaridad cristiana con todos los enfermos de toda la humanidad.



El Papa Francisco ora ante un enfermo.

Este año, la XXXIII Jornada Mundial del enfermo,encuentra a la Iglesia en la celebración de un año jubilar que tiene como lema “PEREGRINOS DE ESPERANZA”.

En coincidencia y sintonía con la misión y visión de la Jornada Mundial del Enfermo, varias instituciones, entre las que sobresalen SOMOS y la Fundación Dominicana Dr. RAMON TALLAJ, patrocinarán y realizarán el IV FORO sobre MEDICINA Y SALUD el próximo 18 de febrero del 2025 en la Universidad Católica Santo Domingo en la República Dominicana. SOMOS es una organización que reúne y coordina a más de 2.500 médicos – y sus clínicas privadas - de la Ciudad de Nueva York para la atención primaria en salud a personas y comunidades mayoritariamente inmigrantes y en situación de vulnerabilidad.

Atención médica que resulta más cercana y personalizada puesto que se realiza en la misma cultura y lengua de los pacientes, por profesionales de la medicina también inmigrantes.

El evento del 18 de febrero , con la moderación y participación de expertos e importantes panelistas, pretende reflexionar sobre el Mensaje anual del Papa Francisco para la mencionada Jornada y sobre el ejercicio de la profesión médica como promotora de esperanza entre los enfermos del mundo.

Como CEO de SOMOS Community Care y Secretario de la Fundación Dr. Ramon Tallaj, dedico estas líneas a saludar a todos los enfermos, especialmente a los pacientes destinatarios directos de nuestro servicio y a reflexionar sobre la esperanza como elemento sanador en la vida personal y social.

La esperanza es el motor de la existencia y de la historia humana. Y hablo aquí de la esperanza no como una abstracción conceptual sino como un conjunto de condiciones concretas y cotidianas que alientan y motivan la existencia del ser humano. Condiciones que todos y entre todos tenemos que buscar, crear, procurar y construir. Todos vivimos gracias a que esperamos días mejores. La motivación para seguir viviendo desaparece cuando faltan motivos para seguir esperando. Nos alientan las esperas cotidianas (un mejor empleo, mejor salud, logros académicos, logros profesionales, logros familiares, vivienda, formar una familia, viajar, etc.).

Todo lo cual define al ser humano como un ser que vive en-esperanza, un ser-deesperanza, un ser-para-la-esperanza.

Algunas esperas se cumplen otras fracasan.

Todo lo cual postula una “Esperanza” que explique y perfeccione las esperas cotidianas que nos animan mientras vivimos nuestras historias personales, familiares y sociales. A esa Esperanza, con mayúscula, en este espacio tiempo y para la eternidad, los cristianos la llamamos Cristo y, en su seguimiento, el amor de Dios que a todo da plenitud.

No ignoramos que existen motivos, de toda índole, para el desánimo, la angustia y la desesperanza en el presente y hacia el futuro próximo: los conflictos bélicos nacionales e internacionales, los desequilibrios sociales que producen la corrupción administrativa y gubernamental, la inequidad y la injusticia, la desigual falta de oportunidades de acceso a los beneficios sociales, los problemas, cambios y desequilibrios medioambientales, los malos ejemplos de los líderes sociales y religiosos, problemas de salud, polarización política, sobrecarga de información en la que nada vale o todo vale por igual, la insuficiente y precaria oferta laboral, etc.

Todo lo anterior puede generar situaciones de ansiedad, incertidumbre e impotencia y, sin embargo, no podemos vivir sin esperanza. Por lo que urge que busquemos, construyamos y encontremos razones para seguir creyendo, para seguir confiando, luchando, amando y esperando incluso contra toda esperanza (Rm 4,18).

El tema de la esperanza en este año jubilar y en esta jornada de reflexión, oración y solidaridad por los enfermos de todo el mundo es, por tanto, un tema directamente relacionado con la salud.

No hay salud sin esperanza y la esperanza genera salud en el ser humano.

Tener motivos para esperar mejores condiciones refuerza el sistema inmunológico, produce en el ser humano mayores y mejores niveles de resiliencia, es decir, de capacidad para afrontar y superar fracasos y adversidades. La esperanza genera procesos más rápidos de sanación y de recuperación de la salud y nos permite abordar la vida con mayores niveles de satisfacción y mejores relaciones familiares y sociales.

La esperanza es un conjunto de condiciones concretas que juntos hemos de construir cotidianamente en nuestros espacios familiares y sociales. Es preciso construir una sociedad y un mundo con condiciones sociales, políticas, económicas, culturales, etc., para vivir esperando con esperanza.

La jornada mundial del enfermo nos recuerda a todos, especialmente a los profesionales de la salud, al personal médico y paramédico y a los familiares de los enfermos, que estamos llamados a ser agentes de esperanza y de alegría que se manifieste como solidaridad y consuelo con los que padecen situaciones de vulnerabilidad y fragilidad debido a enfermedades de todo tipo.

En ese orden, SOMOS y la Fundación Dr. Ramon Tallaj han iniciado, con la bendición del Vaticano y su Santidad el Papa Francisco, la campaña “Gracias, Doctor” con el objetivo de redescubrir el papel del doctor primario y la importancia de velar por su sanidad para que velen por la nuestra, los pacientes que confían en ese médico de familia que nos conoce íntimamente.

Si el jubileo bíblico y eclesial es un tiempo de gracia, de sanación y de liberación, todos estamos llamados a ayudar a que cada hermano enfermo o enferma viva su espacio-tiempo de enfermedad como un tiempo de gracia, en el que también sea posible descubrir, por nuestro amor, el amor misericordioso de Dios que no defrauda (Rm 5,5) y que nos sostiene siempre viviendo en esperanza.

Todo esto, para que todos, especialmente los hermanos que sufren enfermedades, podamos decir, con Pablo de Tarso, vivimos “atribulados… pero no aplastados, perplejos, pero no desesperados, perseguidos, pero no abandonados, derribados, pero no aniquilados.” (2 Cor 4,8-18)

No hay comentarios