El planeta político de Donald Trump
Investido de la propia heroicidad que ostentaba en el pasado, todavía más populista y radical, Donald Trump ha retornado. Bajo circunstancias parecidas, con viejas proclamas y esperanzas remozadas, jurando, otra vez, con su mano sobre la emblemática Biblia de Abraham Lincoln, reocupa la Casa Blanca. Impredecible, autoconvencido de su destino templario, gobernará un país dividido, inundando de preguntas y respuestas inconclusas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firma órdenes ejecutivas en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington, DC, el 20 de enero de 2025.AFP
Fiel a la irreductible capacidad de su excéntrica figura, al tono indomable de la personalidad que encarna, el presidente norteamericano llega acompañado de un séquito ultraconservador, algo más refinado, pero igual de reaccionario.
Irradiado de nacionalismo populista y acidificado de un enorme proteccionismo, adelanta imponer aranceles a productos europeos, canadienses, mexicanos y chinos.
Disruptiva, la agenda es radical y agresiva. Sobre aquella imagen de liderazgo con estatura mundial, su narrativa (disimulada o manifiesta) emparenta al dedillo con el discurso de viejo amo o nuevo mandamás.
Añorante y quimérico, no escondió deseos absolutos de controlar Groenlandia, rebautizar el Golfo de México y, como reminiscencia de un pasado ceniciento, tirar a puerta y desempolvar la retórica intervencionista de Theodore Roosevelt (1903): “I took Panamá”. Por supuesto, acusa al gobierno del canal panameño de “trato injusto con Estados Unidos y privilegiar a los chinos”.
Echa por tierra el Tratado de Libre Comercio (T-MEC) cuando jura implantar 25% de arancel a las exportaciones mexicanas, siempre sujeto al esfuerzo del vecino para impedir la migración ilegal y la entrada de drogas (fentanilo) a suelo gringo. Además de los aranceles, Canadá, hubo de soportar la amenazante sorna de que “debería fusionarse y formar parte de EE. UU.”
Aparte del 25%, China enfrenta la posibilidad de recibir un 10% adicional, y de pagar el 100% de aranceles si, unida a las naciones del BRICS (Brasil, Rusia, India, Irán, China, Sudáfrica…), “intentaran socavar el dólar estadounidense”.
Proyectando bajo crecimiento y riesgos catalizadores en su entorno, Europa (derrotada con Ucrania) corre idéntico riesgo arancelario, bajo advertencia de fragmentar su seguridad (OTAN), que hasta ahora depende casi exclusivamente del Tío Sam.
Ahogada en deudas ancestrales y pronóstico de magro crecimiento (2,5%), Latinoamérica sobrellevará unas relaciones marcadas por las directrices anteriores, basadas en migración, narcotráfico, comercio y, como colofón, pero no menos importante, rediseñar nuevas y vigiladas relaciones con el gigante asiático.
El dilema migratorio, a medio camino desde su primera gestión (con 3 mil kilómetros de muro en espera), cambiará ipso facto, con respuestas endurecidas y ejecutadas de inmediato: deportaciones masivas. Las redadas de migración, 24 horas después de su juramentación, ya tienen vía libre a iglesias, colegios y escuelas...New York Times reveló una encuesta donde 55% de los estadounidenses las apoya, elevándose al 87% cuando se trate de indocumentados con antecedentes penales.
Al tenor de premios y castigos, Trump prometió, alarmando juristas y magistrados, concederle perdón y conmutaciones de penas a la turba iracunda que asaltó el Capitolio (2021), y a quienes, pese a ser enjuiciados, nunca dejó de llamar “rehenes del 6 enero”. Artero, aquel asedio dejó más de 140 oficiales y policías agredidos, cuantiosos daños materiales e incuantificable deterioro democrático. El sitio del Capitolio, que culminó con 1270 condenados y unos 600 encarcelados, desaparecerá de un plumazo, sin reproches y sin condenas a innumerables acciones vandálicas del fanatismo desenfrenado.
El rol geopolítico, la imponente influencia de Estados Unidos sigue siendo determinante. Más de 700 bases militares, un PIB equivalente al 25 % del total mundial (en los años 70’s era del 60%), el 80% del comercio global se realiza en moneda americana y cerca del 60% de las reservas globales están depositadas en dólares. Desafiando el asombro, sin embargo, China se expande como un tren de levitación magnética, tecnológicamente inalcanzable.
En la cima del proteccionismo, Trump redefinió su planeta político. Prefiriendo, sobre otras posiciones, a quienes más se les parecen. Su círculo abarca dos categorías geopolíticas notables: amigos estratégicos y desafectos ideológicos. Al resto corresponden los ignorados, relacionados coyunturales, según los intereses circunstanciales. No es casual que el listado VIP de sus preferred guests estuviera encabezado por los Orbán, Meloni, Abascal, Milei, Bukele, Noboa, Bolsonaro, y Xi Jinping por asuntos complejamente comerciales…
Temprano conoceremos si este planeta político, multipolar y diverso, acogerá la retórica trumpista, de regreso al tiempo que muchos creyeron impensable, o si, por el contrario, la fuerza del mercado colocará cada pieza en el lugar indicado…
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