La jugada de Petro tras el cierre de puerta a sus reformas
Con la llegada del presidente Gustavo Petro al Gobierno de Colombia, en 2022, se logró una estabilización política y social que se había perdido en las calles de las principales ciudades del país durante la gestión del exmandatario Iván Duque.
Los grandes estallidos de 2019, 2020 y 2021 han cesado y la profunda conflictividad socio-política que explotó por diferentes razones —desde una reforma tributaria hasta la muerte de un taxista a manos de la policía—, se ha trasladado desde las calles hacia la esfera político-institucional.
Pero para represar las aguas turbulentas de la protesta y conducirlas a triunfos concretos, Petro empeñó, a los sectores descontentos y movilizados, su palabra en conseguir cambios sociales profundos. Ahora el tiempo de su mandato entra en la recta final, sin posibilidades de reelegirse.
Calle y consulta
Esta semana, después de casi tres años negociando infructuosamente en el Congreso, Petro abrió una vía diferente para conseguir las conquistas que le ofertó al pueblo durante la campaña electoral y que están siendo cercenadas por la institucionalidad establecida.
Podría decirse que ya se venció el plazo político para esperar que las reformas sociales demandadas por el pueblo colombiano y prometidas por Petro puedan lograrse por la vía de los caminos regulares.
Petro empeñó, a los sectores descontentos y movilizados, su palabra en conseguir cambios sociales profundos.
El mandatario ha denunciado un "bloqueo institucional" que le impide desarrollar las reformas laboral, pensional, de salud, a las que le ha dedicado su empeño desde el comienzo de su mandato y que lentamente fueron rechazadas a lo interno del Legislativo, siempre desde argumentos técnicos que sencillamente impiden aprobarlas.
Por ello, el pasado martes, Petro y sus seguidores realizaron marchas en las principales ciudades del país. En Bogotá, el mandatario convocó a una figura constitucional, la consulta popular, para decidir el futuro de las reformas. El mismo día de la movilización, la Comisión Séptima del Senado decidió archivar la reforma laboral y con ello condenó la gestión del Gobierno.
En su discurso en la Plaza de Bolívar, el presidente convocó el mecanismo de participación y trazó su estrategia política de cara a las presidenciales de mayo de 2026.
El camino de la consulta popular
De facto, y tomando en cuenta que las elecciones presidenciales son en mayo de 2026 y que la fecha tentativa para la consulta, según el ministro de trabajo, Antonio Sanguino, es para octubre, Petro está acelerando y dando inicio a la campaña presidencial, revirtiendo el golpe legislativo, interpelando al pueblo con la consulta y comenzando una gran campaña. En resumen: está 'pegando' primero.
Ciertamente, el camino que ha trazado no es fácil. La consulta popular debe ser aprobada también por el Senado que le obstaculiza las leyes. Además, requiere movilizar a un tercio del padrón electoral en un país en el que la abstención ha rondado cerca del 50%, en un tipo de elección que quizá no llame tanto la atención como unas presidenciales.
Sin embargo, Petro ha escogido este camino y lo requiere para contarse, para contar al adversario y para polarizar al país. Para salir de la esfera de la gestión que, como todo gobierno, se va viendo mermada en la medida que le cierran todas las vías de desarrollo político. Sobre todo cuando tiene todas las instituciones (legislativa, de justicia y electoral) en su contra. Con la vuelta a las calles y la convocatoria a la decisión popular logra ubicar la atención, el clivaje, entre quienes quieren las reformas a la salud y el trabajo, y quienes se niegan. Entre quienes quieren un cambio, y los que quieren conservar sus privilegios. Ya no se trata de un debate sobre la "buena" o "mala" gestión de Petro.
En su discurso en la Plaza de Bolívar ha definido a sus contrincantes, ubicándolos con claridad en el típico lugar del conservadurismo colombiano, lo que le permite interpelar a los factores del centro y liberales, tan importantes, para que tengan que escoger nuevamente entre una derecha radical muy conocida en Colombia por sus nexos con la corrupción, el narcotráfico y el paramilitarismo, y un gobierno muy tropezado pero con intenciones de cambio social profundo.
Colombia ha sido un país donde los últimos veinte años de hegemonía del uribismo, las políticas neoliberales han calado hondo. La salud está privatizada, la explotación laboral está en los máximos de la región. Y la conflictividad social de los años anteriores al triunfo de Petro fue consecuencia de todas estas políticas que se llevaron a cabo en un marco de guerra social rural y altísima abstención electoral.
Esta semana, Petro ha trasladado nuevamente el conflicto desde lo institucional hasta lo movilizante. La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) ha advertido sobre la posibilidad de un estallido social, una vez que el Senado archivó la reforma planteada. La campaña ha comenzado.
La pregunta que queda por responder es, si así como este gobierno tiene fecha de caducidad, la estabilidad política y social también ha entrado en su recta final.
Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.
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